Historias reales: pequeñas anécdotas de grandeza
En Lisboa, una directora dejó sobre la almohada una llave antigua. Abría un gabinete con cartas de huéspedes ilustres y mapas de cafés invisibles al turista apurado. Fue un gesto silencioso que reveló una ciudad paralela, íntima y generosa.
Historias reales: pequeñas anécdotas de grandeza
En Oaxaca, el jardinero apagó faroles y encendió velas bajas para mostrar una lluvia de estrellas. Trajo chocolate espeso, una manta y una historia de su abuela. No hubo espectáculo, solo tiempo compartido. Eso bastó para recordarlo siempre.