Pequeñas historias que hacen grande la estancia
Una lectora nos contó que recibió una llave de bronce grabada con la fecha de apertura del hotel. Descubrió un patio escondido donde un vecino tocaba guitarra. Esa serenata improvisada consolidó su lealtad.
Pequeñas historias que hacen grande la estancia
Cuando todo estaba agotado, el conserje llamó a su panadería favorita y consiguió una mesa al amanecer. Volvieron con una hogaza caliente y café. El gesto convirtió un mal día en recuerdo entrañable.